29.1.09

Sobre imanes y genética

Caminante por terreno desconocido.
Espectante, la incertidumbre le acecha, como la duda
y le reconstruye el miedo vomitado ayer
Espectante, la incertidumbre acecha, como la duda
y remite su valor frente a las páginas marchitas del calendario

De nuevo dice gilipolleces sobre el sol y las nubes,
sobre la primavera, los pájaros, los atardeceres y su corazón palpitante.
Pantanoso es en dónde anda, sin meta hacia dónde parte

¿Alguien puede dar la luz?
Me gustaría ver qué estoy pisando.
El vacío puede darse en cualquier nuevo paso,
pero avanzo,
sabiéndome de antemano perdido, avanzo.

Los imanes aprendieron de ella,
la genética la venera,
y ebrio de magnetismo y empachado de ADN, duermo su resaca.

Adelante, acudes por rutina, adelante,
aún cuando sabes su olor a mandarina mientras conduce,
aún cuando sabes sus montones de zapatos al lado del armario,
aún sabiendo que por otros sería ansiada, llenada, gustada, idolatrada, venus maquillándose, lamida, dividida, en tantos pedazos como mi fe al verlo, cómplice, encerada, iluminada, diva, empanada, aspirada y hasta poetizada, ...
¿sigo queriéndola?

Me cago en la Ostia ¿Quien cerró la luz?
¿Y ahora qué?
Sigo corriendo hasta que la pared me frene,
o espero, mejor, a que sea un precipicio,
bien alto, bien escarpado.

Soy yo ese que camina por terreno desconocido
y ese a quien le acecha la duda, la incertidumbre.
Intento deconstruir el miedo, desayunando esperanza soluble, bien caliente, cada mañana,
espectante, intento sintonizar la dicha en la radio,
pero no acontece.
En el váter descubro el rollo acabado,
el coche tiene el depósito vacío,
no hay ajos en la despensa.

Y el sol entre las nubes, apunta a los pájaros que en primavera,
Vuelan felices, como late mi corazón cada anochecer por ella.
Pasteles de anuncio de hipoteca con mermelada de ella, caramelo de orgasmo, helado de final feliz y vainilla azucarada,
detrás del cristal, en escaparate de las cosas que nunca voy a lograr,
detrás del armario, intentando que los cubra el polvo y el tiempo.

Mostró a los imanes de qué eran capaces,
sorprendió al Olimpo con su genotipo.
Y ebrio de magnetismo y empachado de ADN, duermo, sin ella.